Un par de años atrás vendimos un ordenador (computadora para los latinoamericanos) a un colega de mi mujer, profesor de una escuela de diseño y arte de Barcelona. Le ayudé a instalarlo en su casa y conectarlo a internet, luego tuvo el buen gesto de invitarme a almorzar. Sentados a la mesa con su hija, una chica de unos veintitantos años, enseguida empezaron a indagar a qué me dedicaba (en esto los catalanes se parecen a los americanos), les comenté que últimamente vendía hospedaje de páginas web. Su hija, que trabajaba de enfermera (profesión noble sin lugar a duda), empezó a hablarme despectivamente del boom de internet, yo, apoyando su idea, le di a entender que internet se usa mayormente como escaparate y apelando a su sentido del humor agregué que el sito web de mi mujer al contener mayormente ilustraciones (diseño gráfico) tiene muchas más visitas que el mío que contiene mayormente texto, «Los dibujos entran por los ojos», se me escapó decir un poco cínicamente. Pero, ¡los dibujos son “arte”!, me cortó en seco el padre (el “¡ignorante!” resonó sin escucharse). Podría haberle mencionado que el contenido de mi sitio web, además de novelas y artículos mayormente de tenor artístico-filosófico, incluye una tira cómica, todo creado, editado y publicado por mí mismo, pero, a decir verdad, ni eso ni los más de veinte años que dediqué a la música me hacen sentir capaz de decir qué es “arte” exactamente, lo que no quita que, así como sé reconocer el arte que algunos tienen para vender reconozco el que este hombre tiene para cocinar, con lo cual preferí charlar menos y disfrutar el almuerzo.
Había querido significar que el saber popular acierta en que la imagen “vende” más que el texto. Días atrás un amigo elogió por enésima vez mi tira cómica, algo que nunca hizo con ninguno de mis escritos. No creo ser menos elocuente escribiendo que dibujando (o haciendo música, o tirándome cuescos en clave morse), además, de tan coherente soy repetitivo. Igualmente, dejándome llevar por el elogio de mi amigo me puse a dibujar un nuevo episodio de Gooevo. Cuando acabé, como siempre, se lo mostré a mi mujer. No lo entendió. Intenté agregarle algunos detalles para dar algunas pistas; seguía sin entenderlo. Al final me rendí y lo publiqué tal cual había quedado. Le envié un email con un enlace de este nuevo episodio a mi amigo, que tampoco lo entendió. Hasta que recordé uno de los aforismos que tengo publicados, el número 7, donde explico la misma idea; puede llevar un poco más de tiempo leer, especialmente al que perdió el hábito, pero hay más chance de entender lo que el autor quiso significar. Ni hablar de flexibilidad, no por nada los ideogramas evolucionaron en letras que nos permiten construir palabras, proposiciones en una gramática que cubre desde lo simple a lo complejo.
Toda esta indagación trajo a mi memoria estas viñetas del querido Quino que recuerdo haber leído siendo niño:
Y usted lector, ¿qué opina? ¿Se habría ofendido el maestro Quino al oírme decir que los dibujos entran por los ojos?
©2017 - Walter Alejandro Iglesias