LA VENGANZA
DEL
MUTANTE
© 2005, Walter Alejandro Iglesias
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La edición de este libro, así como la de los otros dos de la misma serie, a saber, Las enseñanzas del señor Roquesor © 2000 y Viaje al no-espacio © 2008, fue un trabajo realizado en su totalidad por el mismo autor, incluyendo ilustraciones y diseño de portada.
Prospecto
Luego de viajar a través del universo, Roquesor regresa a la Tierra, o al menos eso cree hasta que se topa con un doble suyo cuya historia es parecida aunque no idéntica. Entre ambos intentan explicar el fenómeno elucubrando un par de hipótesis delirantes.
Este doble se le parece en todo salvo en que es honesto y noble, lo que lo lleva a emprender actos heroicos y a sufrir las sabidas consecuencias. Con lo cual, aquí continúa la epopeya del primer Roquesor yuxtapuesta a la tragedia de su doble, único punto de conflicto entre ellos.
Un pasaje dice del protagonista:
“Se convertirá en la sombra o, quién sabe, en el espejo del mundo”.
Teniendo en cuenta que la imagen que este espejo devuelve supera con creces la más dura ficción, se deduce que el contenido de esta obra puede herir la sensibilidad de algunos. Para evitar malinterpretaciones prematuras espero que baste recordar que las vacunas son pequeñas dosis de la enfermedad que se pretende combatir. Ante cualquier duda consulte a su médico o farmacéutico.
El autor
Así, el hombre, preñado de sentido,
respiró el aire, vomitó palabras,
mitificando, adueñándose
de lo inconcebible,
de su suerte,
de sí;
E inventó el fuego,
y vio que estaba bien,
y se hizo astronauta, viajó,
perdiéndose en su propio vientre:
«¿Quién soy? —gritó desde lo profundo—,
¿qué soy?».
A mis extraños,
a mis conocidos‐desconocidos.
I
DEO IGNOTO
En la Plaza del Centro
No vengo a abolir ninguna ley, tampoco a hacer cumplir ley alguna. Aquila non capit muscas. Vengo a limpiar el planeta, librarlo de vuestros hábitos (Roquesor 1, 2261, siglo III según Vera).
Podemos seguir más siglos juntando escombros de viejas catedrales. Pero ¿por qué apostar a la agonía? Ya nacerán nuevos mitos, como soles y lunas, algunos para dar, otros para envidiar y fingir luz. Herramientas, armas en nuestras manos, una vez más darán el triunfo a la carne, como siempre ha sido. Cogito, ergo sum. ¡Somos la creación y el creador! (Roquesor 2, 2125, siglo II según Bonachone).
EL PRECIO DE LA FAMA
Roquesor 2, 2125, siglo II s.B.
«¡Es el hijo de Dios! —gritaba la multitud—, ¡de nuevo entre los hombres!, ¡como la Biblia lo predijo!».
—No entienden. Nada tengo que ver con eso.
—¿Cómo explicas los milagros? —gritó uno.
—¿Qué milagros?
—¿Cómo puedes ver lo que va a suceder?
—No me van a entender. Una parte de mí se encuentra lejos y me habla desde lo profundo. Los maobac, por ejemplo, sabía que vendrían. Vendrán más extraterrestres y no crean que los hostiles son los peores.
—¡Racista! Los maobac son buena gente —inquirió uno.
—¿No criticaba Jesús a los fariseos? —retrucó otro.
—¡Enséñanos el camino, Roquesor! —gritó otro fanático.
«¡Sí, es él, es el hijo de Dios!», a coro la multitud.
Imposible abrirse camino entre la gente, todos querían un pedazo de él, sabía que al hacerlo los sumiría más en su mentira, pero no tenía opción, no había forma de salir de ahí que no fuera literalmente volando. A falta de práctica ya casi había olvidado cómo hacerlo, a duras penas logró ganar altura, pero no llegó lejos, lo interceptó en el aire una patrulla militar maobac, la tecnología traída a la Tierra por esta gente permitía que vehículos similares a los viejos automóviles a explosión circularan por carriles magnéticos generados desde torres usando un mineral llamado letonita.
—Al contrario de lo que usted vaya diciendo por ahí, sepa que nosotros seamos un pueblo pacífico, Roquesaur. Si fuéramos como usted piensa ya lo hubiéramos matado, ¿no? Lo que nosotros queramos sea DIA‐LO‐GAR, ¿comprenda?
—Lo único que quiero de…
—Esa sea su opinión, nosotros opinemos distinto. Usted quiera tener la razón siempre, Roquesaur. Y sepa que estemos al tanto de la niñería que usted anduviera diciendo por ahí.
—Cuando lle…
—¡CALLES LA BOCA!, ¿no entienda que así no vayamos a concluir nada? Hayamos sido tolerantes con usted, tenga suerte de que seamos un pueblo “democrático”, ¿eh? Pero sepa que la próxima vayamos a ir a conversar a la Estrella Veintidós.
Acabado el diálogo con el jefe maobac, uno de los suboficiales abrió la compuerta del vehículo e invitó al Mutante a retirarse de un empujón. En caída libre desde doscientos metros de altura, una vez más intentaba recordar cómo volar. Perseguido por humanos y maobac volvió angustiado a su actual refugio, el océano.
ROQUESOR BAJA A LA TIERRA
Roquesor 1, 2261, siglo III s.V.
Yardía: —¿Será bueno que te encuentres con él?
Roquesor: —No lo sé, pero quiero averiguar qué pasó.
—Es difícil creer que de aquí hayas salido tú.
—Ya cuando vivía aquí me resultaba difícil creerlo.
Dejó a su mujer y a su hijo de meses en el Narval IV y descendió al que en teoría había sido su planeta natal.
LA VIRGEN DE LOS MIL ROSTROS
La savia lucha por filtrarse entre poros y vetas. Cuando las últimas gotas viscosas cobren forma se verá a sí misma yacer de pie, parida por enésima vez entre las rocas y las sombras. La Virgen de los Mil Rostros se autocanoniza, no tiene antes ni después filosófico, si logra hacerse carne los angelotes reconstruirán su sexo, aunque no será fácil desembarazarse del pesado marco que una y otra vez la ha visto nacer y la sustenta.
¿Cuál de estas rocas oculta a mi Ariadna?
¿Bajo qué roca vive?
¿“Cultura”, es lo que celosamente resguardáis?
¡Escombros difíciles de remover! Pues os advierto,
Llegarán vientos más fuertes, ¡llegarán!
El guerrero aguarda latente entre los escombros de eso
Que llamáis cultura.
Y no es embrión común. Os revelaré, no es humano.
¿Dónde?, ¿bajo qué piel vive mi Ariadna?
¿Podré, llegado el momento, rescatarla entre los escombros?
¿Vive aún disimulada bajo la delgada piel del arte?
Ay de mí, de mi destino,
Debo volverme más fuerte que el Sol,
Los tiempos no esperan… Ya viene.
Debo ser capaz de soplar, incendiar, inundar,
Más fuerte que la naturaleza, limpiar
Hasta la última roca, el último esperpento.
Os diré más, el guerrero ha nacido.
¡Ariadna!, ¡ARIADNA!,
Ni mil gritos alcanzan expresar mi dolor, mi transformación;
¿Se cubrirá mi cuerpo de pelo?, ¿de púas?,
¿De tentáculos?…
Seré animal hermoso y fuerte,
Como ningún otro haya habitado este planeta,
Mi aliento caldeará el espacio, mi alarido retumbará en el cosmos.
Mi naturaleza, mi deseo, dragón interminable,
Pide a gritos tu presencia;
Ariadna, he nacido, ya soy,
¡El guerrero se hizo carne en mí!
Miedo, hábito, especialización: cultura.
Cultura es útero y lo que en su devenir abandona su forma sirve de placenta. El devenir de la humanidad ha sido cíclico, al principio y final de cada ciclo cobró fuerza un símbolo. No por nada pequeños símbolos han sido la punta de lanza de grandes desplazamientos de ideas, dejando muertes tras su huella.
EL DEVENIR DE LAS ESPECIES
La Tierra, 2261
Roquesor 1: —Desde aquí ya no se ve las estrellas.
Roquesor 2: —Y ésta es de las noches más limpias.
—Tampoco veo gente.
—Duermen.
—¿Dónde?, ¡hay más ruinas que ciudad!
—Esta zona sufrió los sismos. Los medios dijeron que había sido un fenómeno natural, pero fueron los maobac.
—Hace muchos años conocí a un terrícola que se había fugado de la Estrella Veintidós. Me puso al tanto de que los maobac ya habían colonizado la Tierra.
—¿Estuviste alguna vez en la Estrella Veintidós?
—En la Estrella no, pero suelo pasar cerca, cuando voy rumbo al microórgano.
—¿Micro qué?
—Disculpa que interrumpa, ¿qué son esos bichos?
—Palomas. Por eso no hay nadie en la calle de noche…
Tres pares de ojos fluorescentes se desplazaban por el medio de la Plaza. La luz del farol recortó su perfil, patas largas sostenían lo que parecía un pollo flaco, de cuello alargado, cabeza semi lampiña y pico que degeneraba entre el de una gaviota y un buitre.
»Hoy ya no se encuentra comida tirada en la calle, se volvieron carnívoras. Al ganar peso perdieron la habilidad de volar. Su vista se adaptó para cazar de noche, ven mejor que una lechuza. Si aprovechamos ahora que están entretenidas con el cadáver del perro tal vez podemos refugiarnos en aquella entrada de subte.
—¿Refugiarnos?
Antes que el Roquesor de la Tierra pestañease el Roquesor recién llegado del espacio había matado las palomas.
—Cierto que a ti el convertidor de masa te funcionó.
—Dejé de usarlo hace tiempo, aprendí mucho allá arriba.
¿Animal exuberante o de costumbres?
No todos nacimos para descansar en una estética. Nada es sin su contexto a los ojos del entendimiento. El intento de la lógica es vincular, a diferencia del ocio, que al igual que la rutina nos aliena. La creatividad de ciertos animales exuberantes nace de su visión de reptil, ve lo que se mueve, lo que vive.
Los payasos matan para Roquesor
Roquesor 2: —¿Ves? A diferencia de las palomas, las moscas y las cucarachas siguen conviviendo amablemente con la gente.
Roquesor 1: —Podría limpiar este planeta en cuestión de horas y venderlo a muy buen precio. Parece mentira que me frene la nostalgia, ¡lo que puede la imaginación y la distancia!
—Me hubiera gustado ver lo que viste, viajar.
—¿Qué pasó contigo?
—Mi nave no despegó.
—Ah, antes dijiste algo del convertidor de masa.
—No me funcionó.
—¿Y en las pruebas preliminares con Tatú?
—¿Quién es Tatú?
—Esto se está poniendo más difícil de lo que creía.
—Momento… —el Roquesor de la Tierra se detiene y cruza el brazo en el pecho de su compañero—. ¡Los payasos!
Un grupo de jóvenes corría por la avenida ancha que lindaba con la Plaza. Llevaban la cara pintada, vestían andrajos, aullaban y reían como hienas.
»Vienen por mí. La última vez me costó horas desembarazarme de ellos, tuve que correr kilómetros.
—¿Qué fue de tus alas?
—Perdí esa habilidad hace muchos años, ya te contaré luego. Ahora mejor vámonos, vienen a matarme.
—Conque en esto degeneró mi antiguo enemigo, ¡entre las rocas y el mármol se gestaron estos bichos! No te preocupes, ¡ahora matan para mí!
El Roquesor del espacio dirigió su mirada a los payasos, éstos, inexplicablemente, comenzaron a correr en círculos y a matarse entre ellos. Al acabar la masacre, el Mutante del espacio caminó hasta donde yacía semiinconsciente el único sobreviviente.
»Duerme —susurró acariciando el rostro del moribundo.
El joven dio su último alarido al sentir la pezuña fría clavarse en su ojo derecho.
»¿Probaste esto? —ofreciendo al Roquesor de la Tierra el ojo izquierdo de la víctima.
—¡Me das miedo de mí mismo!
—Bah, con razón tu nave no despegó, te falta confianza.
LA MAYOR CRUELDAD
Seremos padres crueles de hijos que vagarán desvalidos, brazos de nuestras frustraciones, pretendiendo alcanzar la Nada. Fuimos hijos de lo desconocido y seremos padres de la oscuridad. Somos la creación y el creador.
Roquesor 1: —¿Qué fue de papá?
Roquesor 2: —Enterrado en el fondo del océano.
—Pero falleció en Porlan, supongo.
—Hoy Porlan yace bajo el mar. Voy ahí todos los días. A veces visito su tumba.
—No parece haberte ido bien.
—Los humanos me persiguen porque me consideran una deidad. Los maobac porque les estorbo, no me matan porque mantener a los humanos en su hábitat y costumbres les resulta más rentable. Salvo los que se llevan a la Estrella Veintidós.
—Ahí tienen yacimientos de letonita.
—A principio del siglo pasado las carreteras estaban atestadas, ya era imposible circular. La novedad de la letonita fascinó a todos, lo típico, decían que iba a solucionar el problema del transporte, la polución. Al motor a explosión lo siguen usando en las villas miseria, clandestinamente.
—Es lo malo de ser longevo, ver la historia plagiarse a sí misma hasta el asco. Hay algo que no entendí, me dijiste que vas a Porlan cada día, ¿no es que está sumergido?
—Perdí una habilidad pero gané otra, aprendí a respirar bajo el agua. Es que hoy no hay otro refugio posible más que el océano.
—¡Uh, muero por volver a ver Porlan, nuestro barrio! Pero lo de respirar bajo el agua te lo debo.
—No hay problema. Adapté una nave maobac abandonada, la hice submarino.
—Ajá. Las peleas con nuestro padre fueron traumáticas, pero quizá tenemos que agradecer a eso lo que somos.
REALIDAD = CONCIENCIA
Ismo, ¡perdón!
¡Enarbólate ante mí!
Ismo espada, ismo pluma, ismo palabra,
¡Líbrame!
¡Líbrame de estos bichejos!
Ismo, ismo, ismo,
Cortaré cabezas con tu filo,
Voy a utilizarte.
¡Voy a matar!…
La realidad de cada uno acaba donde su conciencia, la que determina la percepción del individuo, fundamentalmente condicionada por el miedo. Así como concibió dioses a su imagen, el hombre concibió historia a partir de su agenda, juzgó siglos con el criterio que juzga lo inmediato.
Entender la realidad como algo externo, ajeno, alivia responsabilidad. La expansión de la propia realidad es una aventura personal, tanto hacia dentro como hacia fuera hay mucho Yo por descubrir. Y no podemos explicar la conciencia si no es basándonos en la manipulación de la energía, que es lo que nos distingue como seres vivos. Podemos sentir, ver, oír, luego ser conscientes, gracias a que también somos energía. Tal como decía el poeta, cada individuo es un afluente al gran mar, no es el cuerpo físico, sino el intercambio de energía con el medio lo que define al ser. Viéndolo de este modo es aún más difícil distinguir entre fuera y dentro y responder la pregunta detrás de toda especulación de poder: ¿existe el afuera?
Ya vuelo lejos. Lejos de vuestra lasitud, de vuestra mirada bovina, de vuestro quejumbroso vacilar que pretende ser palabra, más allá de vuestra imaginación, con alas de hereje, intempestivas, salvajes, construidas por mi silencio. No necesito vuestra comprensión. Sólo resta resignarme ante vuestra desidia, enemigo invencible que sólo admite órdenes: realidad = conciencia.
Los últimos serán los primeros
Roquesor 1, 2261
—Conque vosotros sois los rezagados, “los últimos”.
—Fuimos testigos de tus milagros, sabemos quien eres. ¡Sálvanos, por favor, oh, Todopoderoso!
—Seréis los primeros entonces…
Ante la mirada atónita de los maobac, el Mutante del Espacio cercenó los cuerpos de los veinte fanáticos con su láser.
Venganza
Humano
¿Querías tapar mi boca?,
Pues la has amplificado.
¿Inmovilizar mis manos?
Ojos le has dado,
Herramientas divinas son
Arando el inconsciente.
¿Querías ridiculizarme?,
Abriste canales, en mi frente, en mis sienes,
En mi nuca,
Engrandeciéndome, más allá de tu comprensión.
Y mírate,
Por más que grites
Nadie responderá.
Pide,
Nada te será dado.
¡Golpea!,
Nadie te abrirá… Humano,
El peso de mi espada es trivial comparado al daño que a ti mismo te has hecho,
No así su brillo. Puedo vengarme
Con sólo mostrarte,
Reflejar lo que eres.
** Fin del primer capítulo **
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