Instinto territorial (English)

En 1986 en Argentina, yo tenía diecinueve años, me tocó hacer el servicio militar en el regimiento de granaderos a caballo, que era el que se encargaba de hacer guardia vistiendo de época (como vestían los soldados por el 1800 en las guerras por la independencia) frente a la Casa Rosada (casa presidencial) y hacer desfiles a caballo por la ciudad conmemorando algún aniversario patrio.  En la práctica de marcha diaria en el regimiento, nos hacían llevar el sable, pesado por cierto.  Una mañana, al acabar la práctica de marcha, esperábamos sentados detrás del depósito donde volvían a recoger los sables para guardarlos.  Al lado mío tenía sentado un chico de descendencia japonesa, el único entre los cien que éramos en el escuadrón, esto sirve como referencia para visualizar que en el “crisol de razas” que es la Argentina, la mezcla no es pareja, en aquél entonces, inmigrantes chinos y coreanos había pocos si los había, sí había algunos japoneses, que generalmente montaban tintorerías.  Al ver a este compañero con sus típicos rasgos japoneses con el sable le dije sonriendo, «Eh, ¡samurai!», a lo que el chico con cara de enfado me respondió con perfecto acento argentino, «Eh, ¡pelotudo!».  En ese momento no capté por qué no le causó gracia mi chiste, a mí sí me causó gracia su respuesta, de ahí que no me la tomé a mal.

Muchos años después, por el 2007, yo ya llevaba seis años viviendo en Barcelona, España, después de cinco años como inmigrante ilegal ya me había casado y conseguido la residencia.  Antes de venir, aún en la Argentina, ya algún sudamericano que había pasado por la experiencia me había puesto al tanto de la discriminación que hay que sufrir aquí por parte de cierta gente y, como en todos lados, se sabe que el ser humano al igual que su mejor amigo el perro, sufre de instinto territorial, de ahí que incluso a veces inconscientemente el “¿Tú eres Argentino?” tiene algo de mear territorio.  Por estas fechas yo asistía a un curso de control numérico de máquinas herramientas en Barcelona, en la primera clase el profesor captó mi acento al hacer una pregunta y sonriendo me dice ¿Argentino?, mi respuesta fue espontánea: «No, soy japonés».

©2024 - Walter Alejandro Iglesias

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